lunes, 14 de abril de 2014
140. ¿Qué significa que el Espíritu «habló por los Profetas»? (Primera parte)
Resumen
(C.I.C 742) "La prueba de que sois hijos es que Dios ha
enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: Abbá,
Padre" (Ga 4, 6).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 687) "Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el
Espíritu de Dios" (1Co 2, 11). Pues bien, su Espíritu que lo revela nos
hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a sí mismo.
Él que "habló por los profetas" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS
150) nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a él no le oímos. No le conocemos
sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al
Verbo en la fe. El Espíritu de verdad que nos "desvela" a Cristo
"no habla de sí mismo" (Símbolo
Niceno-Constantinopolitano: DS 150). Un ocultamiento tan discreto,
propiamente divino, explica por qué "el mundo no puede recibirle, porque
no le ve ni le conoce", mientras que los que creen en Cristo le conocen
porque él mora en ellos (Jn 14, 17; 16, 13)).
Para la reflexión
(C.I.C 688) La Iglesia, Comunión viviente en la fe de los
apóstoles que ella transmite, es el lugar de nuestro conocimiento del Espíritu
Santo: – en las Escrituras que Él ha
inspirado: – en la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos
siempre actuales; – en el Magisterio de la Iglesia, al que Él asiste; – en la liturgia sacramental, a través de
sus palabras y sus símbolos, en donde el Espíritu Santo nos pone en Comunión
con Cristo; – en la oración en la cual Él
intercede por nosotros; – en los carismas y ministerios mediante los que se
edifica la Iglesia; – en los signos de vida apostólica y misionera; – en el
testimonio de los santos, donde Él manifiesta
su santidad y continúa la obra de la salvación. (Continua)
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