jueves, 3 de abril de 2014
133. Reina ahora el Señor Jesús? (Primera parte)
(Compendio 133) Como Señor del cosmos y de la historia,
Cabeza de su Iglesia, Cristo glorificado permanece misteriosamente en la
tierra, donde su Reino está ya presente, como germen y comienzo, en la Iglesia.
Un día volverá en gloria, pero no sabemos el momento. Por esto, vivimos
vigilantes, pidiendo: «¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22, 20).
Resumen
(C.I.C 680) Cristo, el Señor, reina ya por la Iglesia, pero
todavía no le están sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del
Reino de Cristo no tendrá lugar sin un último asalto de las fuerzas del mal.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 668) "Cristo murió y volvió a la vida para eso,
para ser Señor de muertos y vivos" (Rm 14, 9). La Ascensión de Cristo al
Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la
autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos y
en la tierra. El está "por encima de todo principado, potestad, virtud,
dominación" porque el Padre "bajo sus pies sometió todas las
cosas"(Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf. Ef 4, 10; 1Co 15,
24. 27-28) y de la historia. En él, la historia de la humanidad e incluso toda
la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1, 10), su cumplimiento
transcendente. (C.I.C 669) Como Señor, Cristo es también la cabeza de la
Iglesia que es su Cuerpo (cf. Ef 1, 22). Elevado al cielo y glorificado,
habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia. La
Redención es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Espíritu
Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf. Ef 4, 11-13). "La Iglesia, o el reino
de Cristo presente ya en misterio" (Lumen
gentium, 3) "constituye el germen y el comienzo de este Reino en la
tierra" (Lumen gentium, 5).
Para la reflexión
(C.I.C 670) Desde la Ascensión, el designio de Dios ha
entrado en su consumación. Estamos ya en la "última hora" (1Jn 2, 18;
cf. 1P 4, 7). "El final de la historia ha llegado ya a nosotros y la
renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna
manera real está ya por anticipado en este mundo. La Iglesia, en efecto, ya en
la tierra, se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía
imperfecta" (Lumen gentium, 48).
El Reino de Cristo manifiesta ya su presencia por los signos milagrosos (cf. Mc
16, 17-18) que acompañan a su anuncio por la Iglesia (cf. Mc 16, 20). (Continua)
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