jueves, 2 de enero de 2014
58. ¿Por qué Dios permite el mal?
58. ¿Por qué Dios permite el mal?
(Compendio 58) La fe nos da la certeza
de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo.
Esto Dios lo ha realizado ya admirablemente con ocasión de la muerte y
resurrección de Cristo: en efecto, del mayor mal moral, la muerte de su Hijo,
Dios ha sacado el mayor de los bienes, la glorificación de Cristo y nuestra
redención.
Resumen
(C.I.C 324) La permisión divina
del mal físico y del mal moral es misterio que Dios esclarece por su Hijo,
Jesucristo, muerto y resucitado para vencer el mal. La fe nos da la certeza de
que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por
caminos que nosotros sólo coneceremos plenamente en la vida eterna.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 311) Los ángeles y los
hombres, criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su destino último
por elección libre y amor de preferencia. Por ello pueden desviarse. De hecho
pecaron. Y fue así como el mal moral
entró en el mundo, incomparablemente más grave que el mal físico. Dios no es de
ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa del mal moral (cf. San
Agustín, De libero arbitrio, 1, 1, 1:
PL 32, 1221-1223; Santo Tomás de Aquino, Summa
theologiae, 1-2, 79, 1). Sin embargo, lo permite, respetando la libertad de
su criatura, y, misteriosamente, sabe sacar de él el bien: “Porque el Dios todopoderoso
[...] por ser soberanamente bueno, no permitiría jamás que en sus obras
existiera algún mal, si Él no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer
surgir un bien del mismo mal” (San Agustín, Enchiridion
de fide, spe et caritate, 3, 11: PL 40, 236). (C.I.C 312) Así, con el tiempo, se puede descubrir que Dios, en su
providencia todopoderosa, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal,
incluso moral, causado por sus criaturas: "No fuisteis vosotros, dice José
a sus hermanos, los que me enviasteis acá, sino Dios [...] aunque vosotros
pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó para bien, para hacer sobrevivir [...]
un pueblo numeroso" (Gn 45, 8; 50, 20; cf Tb 2, 12-18 vulg.). Del mayor
mal moral que ha sido cometido jamás, el rechazo y la muerte del Hijo de Dios,
causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por la superabundancia de
su gracia (cf. Rm 5, 20), sacó el mayor de los bienes: la glorificación de
Cristo y nuestra Redención. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un
bien.
Para la reflexión
(C.I.C 313) "En todas las
cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rm 8, 28). E1
testimonio de los santos no cesa de confirmar esta verdad: Así Santa Catalina
de Siena dice a "los que se escandalizan y se rebelan por lo que les
sucede": "Todo procede del amor, todo está ordenado a la salvación
del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin" (Santa Catalina de
Siena, Il dialogo della Divina
provvidenza, 138). Y Santo Tomás Moro, poco antes de su martirio, consuela a
su hija: "Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere,
por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor" (Margarita Roper, Epistula ad Aliciam Allington, (agosto
1534): Correspondence of Sir Thomás More).
Y Juliana de Norwich: "Yo comprendí, pues, por la gracia de Dios, que era
preciso mantenerme firmemente en la fe […] y creer con no menos firmeza que
todas las cosas serán para bien [...] Tú misma
verás que todas las cosas serán para bien " "Thou shalt see thyself that all MANNER of thing shall be well"
(Juliana de Norwich, Revelatio, 13, 32).
(C.I.C 314) Creemos firmemente que Dios es el
Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son
con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro
conocimiento parcial, cuando veamos a Dios "cara a cara" (1Co 13,
12), nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a
través de los dramas del mal y del pecado, Dios habrá conducido su creación
hasta el reposo de ese Sabbat (cf. Gn
2, 2) definitivo, en vista del cual creó el cielo y la tierra.
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