domingo, 26 de enero de 2014
78. ¿Qué ha hecho Dios después del primer pecado del hombre?
(Compendio 78) Después del primer
pecado, el mundo ha sido inundado de pecados, pero Dios no ha abandonado al
hombre al poder de la muerte, antes al contrario, le predijo de modo misterioso
–en el «Protoevangelio» (Gn 3, 15)– que el mal sería vencido y el hombre
levantado de la caída. Se trata del primer anuncio del Mesías Redentor. Por
ello, la caída será incluso llamada feliz culpa, porque «ha merecido tal y tan
grande Redentor» (Liturgia de la Vigilia pascual).
Resumen
(C.I.C 420) La victoria sobre el pecado obtenida por Cristo
nos ha dado bienes mejores que los que nos quitó el pecado: "Donde abundó
el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 410) Tras la caída, el hombre no fue abandonado por
Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso
la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída (cf. Gn 3,15). Este
pasaje del Génesis ha sido llamado "Protoevangelio", por ser el
primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y
la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta. (C.I.C 411) La
tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del "nuevo Adán"
(cf. 1Co 15,21-22.45) que, por su "obediencia hasta la muerte en la
Cruz" (Flp 2,8) repara con sobreabundancia la desobedencia de Adán (cf. Rm
5,19-20). Por otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la
mujer anunciada en el "protoevangelio" la madre de Cristo, María,
como "nueva Eva". Ella ha sido la que, la primera y de una manera
única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue
preservada de toda mancha de pecado original (cf. Pío IX: Bula Ineffabilis Deus: DS 2803) y, durante
toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase
de pecado (cf. Concilio de Trento: DS 1573).
Para la reflexión
(C.I.C 412) Pero, ¿por
qué Dios no impidió que el primer hombre pecara? San León Magno responde:
"La gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos
quitó la envidia del demonio" (Sermo
73, 4: PL 54, 151). Y santo Tomás de Aquino: "Nada se opone a que la
naturaleza humana haya sido destinada a un fin más alto después del pecado.
Dios, en efecto, permite que los males se hagan para sacar de ellos un mayor
bien. De ahí las palabras de san Pablo: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la
gracia” (Rm 5,20). Y en la bendición del Cirio Pascual: “¡Oh feliz culpa que
mereció tal y tan grande Redentor!” (Summa
theologiae, 3, 1, 3, 3).
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