domingo, 19 de enero de 2014

72. ¿Cuál era la condición original del hombre según el designio de Dios?



72. ¿Cuál era la condición original del hombre según el designio de Dios?   


(Compendio 72) Al crear al hombre y a la mujer, Dios les había dado una especial participación de la vida divina, en un estado de santidad y justicia. En este proyecto de Dios, el hombre no habría debido sufrir ni morir. Igualmente reinaba en el hombre una armonía perfecta consigo mismo, con el Creador, entre hombre y mujer, así como entre la primera pareja humana y toda la Creación.

Resumen

(C.I.C 384) La revelación nos da a conocer el estado de santidad y de justicia originales del hombre y la mujer antes del pecado: de su amistad con Dios nacía la felicidad de su existencia en el paraíso.      

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 374) El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo. (C.I.C 375) La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado "de santidad y de justicia original" (Concilio de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una "participación de la vida divina" (Lumen gentium, 2). (C.I.C 376) Por la irradiación de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no debía ni morir (cf. Gn 2,17; 3,19) ni sufrir (cf. Gn 3,16). La armonía interior de la persona humana, la armonía entre el hombre y la mujer (cf. Gn 2, 25), y, por último, la armonía entre la primera pareja y toda la creación constituía el estado llamado "justicia original".   

Para la reflexión

(C.I.C 377) El "dominio" del mundo que Dios había concedido al hombre desde el comienzo, se realizaba ante todo dentro del hombre mismo como dominio de sí. El hombre estaba íntegro y ordenado en todo su ser por estar libre de la triple concupiscencia (cf. 1Jn 2,16), que lo somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la afirmación de sí contra los imperativos de la razón. (C.I.C 378) Signo de la familiaridad con Dios es el hecho de que Dios lo coloca en el jardín (cf. Gn 2,8). Vive allí "para cultivar la tierra y guardarla" (Gn 2,15): el trabajo no le es penoso (cf. Gn 3,17-19), sino que es la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible. 

(Siguiente pregunta: ¿Cómo se comprende la realidad del pecado?)

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