viernes, 24 de enero de 2014
76. ¿Qué es el pecado original?
(Compendio 76) El pecado original, en
el que todos los hombres nacen, es el estado de privación de la santidad y de
la justicia originales. Es un pecado «contraído» no «cometido» por nosotros; es
una condición de nacimiento y no un acto personal. A causa de la unidad de
origen de todos los hombres, el pecado original se transmite a los
descendientes de Adán con la misma naturaleza humana, «no por imitación sino
por propagación». Esta transmisión es un misterio que no podemos comprender
plenamente.
Resumen
(C.I.C 419) "Mantenemos, pues, siguiendo el concilio de
Trento, que el pecado original se transmite, juntamente con la naturaleza
humana, ‘por propagación, no por imitación’ y que ‘se halla como propio en cada
uno’" (Pablo VI, Credo del Pueblo de
Dios, 16).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 404) ¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de
todos sus descendientes? Todo el género humano es en Adán sicut unum corpus unius hominis ("Como el cuerpo único de un
único hombre") (Santo Tomás de Aquino, Quaestiones disputatae de malo, 4, 1).
Por esta "unidad del género humano", todos los hombres están
implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de
Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no
podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelación que Adán había
recibido la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la
naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta
a la naturaleza humana, que
transmitirán en un estado caído (cf.
Concilio de Trento: DS 1511-1512). Es un pecado que será transmitido por
propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza
humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado
original es llamado "pecado" de manera análoga: es un pecado
"contraído", "no cometido", un estado y no un acto.
Para la reflexión
(C.I.C 56) Una vez rota la unidad
del género humano por el pecado, Dios decide desde el comienzo salvar a la
humanidad a través de una serie de etapas. La Alianza con Noé después del
diluvio (cf. Gn 9, 9) expresa el principio de la Economía divina con las
"naciones", es decir con los hombres agrupados "según sus
países, cada uno según su lengua, y según sus clanes" (Gn 10, 5; cf. 10, 20-31).
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