lunes, 30 de julio de 2012
Ex 20,21-22 Ustedes han visto que les hablé desde el cielo
(Ex 20,21-22) Ustedes han visto que
les hablé desde el cielo
21 Y mientras el
pueblo se mantenía a distancia, Moisés se acercó a la nube oscura donde estaba
Dios. 22 El Señor dijo a Moisés: Di a los israelitas: Ustedes han visto que les
hablé desde el cielo.
(C.I.C
1848) Como afirma san Pablo, ‘donde abundó el pecado, […] sobreabundó la
gracia’ (Rm 5, 20). Pero para hacer su obra, la gracia debe descubrir el pecado
para convertir nuestro corazón y conferirnos ‘la justicia para la vida eterna
por Jesucristo nuestro Señor’ (Rm 5, 20-21). Como un médico que descubre la
herida antes de curarla, Dios, mediante su palabra y su espíritu, proyecta una
luz viva sobre el pecado: “La conversión
exige el reconocimiento del pecado, supone el juicio interior dela propia
consciencia, y éste, puesto que es la comprobación de la acción del Espíritu de
la verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo
comienzo de la dádiva de la gracia y del amor: ‘Recibid el Espíritu Santo’.
Así, pues, en este ‘convencer en lo referente al pecado’ descubrimos una «doble dádiva»: el don de la verdad de la
conciencia y el don de la certeza de la redención. El Espíritu de la verdad es
el Paráclito”. (Dominum et vivificantem,
31).
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