miércoles, 25 de julio de 2012
Ex 20,14 No cometerás adulterio
14 No cometerás adulterio.
(C.I.C 2348) Todo bautizado es llamado a la castidad. El
cristiano se ha ‘revestido de Cristo’ (Ga 3, 27), modelo de toda castidad.
Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de
vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a
dirigir su afectividad en la castidad. (C.I.C 2380) El adulterio. Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando
un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una
relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena incluso
el deseo del adulterio (cf. Mt 5, 27-28). El sexto mandamiento y el Nuevo
Testamento prohíben absolutamente el adulterio (cf. Mt 5, 32; 19, 6; Mc 10, 11;
1Co 6, 9-10). Los profetas denuncian su gravedad; ven en el adulterio la imagen
del pecado de idolatría (cf. Os 2, 7; Jr 5, 7; 13, 27). (C.I.C 2381) El
adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona
el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del
otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el
contrato que le da origen. Compromete el bien de la generación humana y de los
hijos, que necesitan la unión estable de los padres. (C.I.C 2400) El adulterio
y el divorcio, la poligamia y la unión libre son ofensas graves a la dignidad
del matrimonio.
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