martes, 17 de julio de 2012
Ex 19,6 Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes
6 Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una
nación que me está consagrada». Estas son las palabras que transmitirás a los
israelitas».
(C.I.C 752) En el lenguaje cristiano, la palabra
"Iglesia" designa no sólo la asamblea litúrgica (cf. 1Co 11, 18; 14,
19. 28. 34. 35), sino también la comunidad local (cf. 1Co 1, 2; 16, 1) o toda
la comunidad universal de los creyentes (cf. 1Co 15, 9; Ga 1, 13; Flp 3, 6).
Estas tres significaciones son inseparables de hecho. La "Iglesia" es
el pueblo que Dios reúne en el mundo entero. La Iglesia de Dios existe en las
comunidades locales y se realiza como asamblea litúrgica, sobre todo
eucarística. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de Cristo y de esta
manera viene a ser ella misma Cuerpo de Cristo. (C.I.C 2060) El don de los
mandamientos de la ley forma parte de la Alianza sellada por Dios con los
suyos. Según el libro del Exodo, la revelación de las ‘diez palabras’ es
concedida entre la proposición de la Alianza (Cf. Ex 19) y su ratificación (Cf.
Ex 24), después que el pueblo se comprometió a ‘hacer’ todo lo que el Señor
había dicho y a ‘obedecerlo’ (Cf. Ex 24, 7). El Decálogo no es transmitido sino
tras el recuerdo de la Alianza (‘el Señor, nuestro Dios, estableció con
nosotros una alianza en Horeb’: Dt 5, 2). (C.I.C 709) La Ley, signo de la
Promesa y de la Alianza, habría debido regir el corazón y las instituciones del
Pueblo salido de la fe de Abraham. "Si de veras escucháis mi voz y
guardáis mi alianza [...] seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación
santa" (Ex 19,5-6; cf. 1P 2, 9). Pero, después de David, Israel sucumbe a
la tentación de convertirse en un reino como las demás naciones. Pues bien, el
Reino objeto de la promesa hecha a David (cf. 2S 7; Sal 89; Lc 1, 32-33) será
obra del Espíritu Santo; pertenecerá a los pobres según el Espíritu.
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