sábado, 20 de junio de 2009
Rm 8, 28-31 Dios dispone todas las cosas para el bien
(Rm 8, 28-31) Dios dispone todas las cosas para el bien
[28] Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. [29] En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; [30] y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. [31] ¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
(C.I.C 313) "En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rm 8, 28). E1 testimonio de los santos no cesa de confirmar esta verdad: Así Santa Catalina de Siena dice a "los que se escandalizan y se rebelan por lo que les sucede": "Todo procede del amor, todo está ordenado a la salvación del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin" (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina provvidenza, 138). Y Santo Tomás Moro, poco antes de su martirio, consuela a su hija: "Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor" (Margarita Roper, Epistula ad Aliciam Allington, (agosto 1534): Correspondence of Sir Thomás More). Y Juliana de Norwich: "Yo comprendí, pues, por la gracia de Dios, que era preciso mantenerme firmemente en la fe […] y creer con no menos firmeza que todas las cosas serán para bien [...] Tú misma verás que todas las cosas serán para bien " "Thou shalt see thyself that all MANNER of thing shall be well" (Juliana de Norwich, Revelatio, 13, 32). (C.I.C 314) Creemos firmemente que Dios es el Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios "cara a cara" (1Co 13, 12), nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a través de los dramas del mal y del pecado, Dios habrá conducido su creación hasta el reposo de ese Sabbat (cf. Gn 2, 2) definitivo, en vista del cual creó el cielo y la tierra.
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