lunes, 15 de junio de 2009
Rm 6, 20-23 El don gratuito de Dios es la Vida eterna
(Rm 6, 20-23) El don gratuito de Dios es la Vida eterna
[20] Cuando eran esclavos del pecado, ustedes estaban libres con respecto de la justicia. [21] Pero, ¿qué provecho sacaron entonces de las obras que ahora los avergüenzan? El resultado de esas obras es la muerte. [22] Ahora, en cambio, ustedes están libres del pecado y sometidos a Dios: el fruto de esto es la santidad y su resultado, la Vida eterna. [23] Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don gratuito de Dios es la Vida eterna, en Cristo Jesús, nuestro Señor.
(C.I.C 1006) "Frente a la muerte, el enigma de la condición humana alcanza su cumbre" (Gaudium et spes, 18). En un sentido, la muerte corporal es natural, pero por la fe sabemos que realmente es "salario del pecado" (Rm 6, 23; cf. Gn 2, 17). Y para los que mueren en la gracia de Cristo, es una participación en la muerte del Señor para poder participar también en su Resurrección (cf. Rm 6, 3-9; Flp 3, 10-11). (C.I.C 1010) Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. "Para mí, la vida es Cristo y morir una ganancia" (Flp 1, 21). "Es cierta esta afirmación: si hemos muerto con él, también viviremos con él" (2Tm 2, 11). La novedad esencial de la muerte cristiana está ahí: por el Bautismo, el cristiano está ya sacramentalmente "muerto con Cristo", para vivir una vida nueva; y si morimos en la gracia de Cristo, la muerte física consuma este "morir con Cristo" y perfecciona así nuestra incorporación a Él en su acto redentor: “Para mí es mejor morir en (eis) Cristo Jesús que reinar de un extremo a otro de la tierra. Lo busco a Él, que ha muerto por nosotros; lo quiero a Él, que ha resucitado por nosotros. Mi parto se aproxima [...] Dejadme recibir la luz pura; cuando yo llegue allí, seré un hombre” (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Romanos 6, 1-2).
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