domingo, 14 de junio de 2009
Rm 6, 7-14 Hemos muerto con Cristo viviremos con él
(Rm 6, 7-14) Hemos muerto con Cristo viviremos con él
[7] Porque el que está muerto, no debe nada al pecado. [8] Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. [9] Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él. [10] Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. [11] Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. [12] No permitan que el pecado reine en sus cuerpos mortales, obedeciendo a sus malos deseos. [13] Ni hagan de sus miembros instrumentos de injusticia al servicio del pecado, sino ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como quienes han pasado de la muerte a la Vida, y hagan de sus miembros instrumentos de justicia al servicio de Dios. [14] Que el pecado no tenga más dominio sobre ustedes, ya que no están sometidos a la Ley, sino a la gracia.
(C.I.C 537) Por el Bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús, para subir con él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y "vivir una vida nueva" (Rm 6, 4): “Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con él; descendamos con él para ser ascendidos con él; ascendamos con él para ser glorificados con él” (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40, 9: PG 36, 369). “Todo lo que aconteció en Cristo nos enseña que después del baño de agua, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la Voz del Padre, llegamos a ser hijos de Dios” (San Hilario de Poitiers, In Evangelium Matthaei 2, 6: Pl 9, 927). (C.I.C 977) Nuestro Señor vinculó el perdón de los pecados a la fe y al Bautismo: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará" (Mc 16, 15-16). El Bautismo es el primero y principal sacramento del perdón de los pecados porque nos une a Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación (cf. Rm 4, 25), a fin de que "vivamos también una vida nueva" (Rm 6, 4).
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