miércoles, 3 de junio de 2009
Rm 3, 21-22 Ahora se ha manifestado la justicia de Dios
(Rm 3, 21-22) Ahora se ha manifestado la justicia de Dios
[21] Pero ahora, sin la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los Profetas: [22] la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo, para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción:
(C.I.C 2543) ‘Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen’ (Rm 3, 21-22). Por eso, los fieles de Cristo ‘han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias’ (Ga 5, 24); ‘son guiados por el Espíritu’ (cf. Rm 8, 14) y siguen los deseos del Espíritu (cf. Rm 8, 27). (C.I.C 1987) La gracia del Espíritu Santo tiene el poder de santificarnos, es decir, de lavarnos de nuestros pecados y comunicarnos la justicia de Dios por la fe en Jesucristo (Rm 3, 22) y por el Bautismo (cf. Rm 6, 3-4): “Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida, es un vivir para Dios. Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús” (Rm 6, 8-11).
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