martes, 16 de junio de 2009
Rm 7, 7-13 Sin la Ley el pecado es cosa muerta
(Rm 7, 7-13) Sin la Ley el pecado es cosa muerta
[7] ¿Diremos entonces que la Ley es pecado? ¡De ninguna manera! Pero yo no hubiera conocido el pecado si no fuera por la Ley. En efecto, hubiera ignorado la codicia, si la Ley no dijera: No codiciarás. [8] Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el precepto, provocó en mí toda suerte de codicia, porque sin la Ley, el pecado es cosa muerta. [9] Hubo un tiempo en que yo vivía sin Ley, pero al llegar el precepto, tomó vida el pecado, [10] y yo, en cambio, morí. Así resultó que el mandamiento que debía darme la vida, me llevó a la muerte. [11] Porque el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el precepto, me sedujo y, por medio del precepto, me causó la muerte. [12] De manera que la Ley es santa, como es santo, justo y bueno el precepto. [13] ¿Pero es posible que lo bueno me cause la muerte? ¡De ningún modo! Lo que pasa es que el pecado, a fin de mostrarse como tal, se valió de algo bueno para causarme la muerte, y así el pecado, por medio del precepto, llega a la plenitud de su malicia.
(C.I.C 2542) “La Ley confiada a Israel nunca fue suficiente para justificar a los que le estaban sometidos; incluso vino a ser instrumento de la ‘concupiscencia’ (cf. Rm 7, 7). La inadecuación entre el querer y el hacer (cf. Rm 7,10) manifiesta el conflicto entre la ‘ley de Dios’, que es la ‘ley de la razón’, y la otra ley que ‘me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros’ (Rm 7, 23). (C.I.C 1994) La justificación es la obra más excelente del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús y concedido por el Espíritu Santo. San Agustín afirma que ‘la justificación del impío […] es una obra más grande que la creación del cielo y de la tierra’ […] porque ‘el cielo y la tierra pasarán, mientras […] la salvación y la justificación de los elegidos permanecerán’ (San Agustín, In Johannis evangelium tractatus, 72, 3: PL 35, 1823). Dice incluso que la justificación de los pecadores supera a la creación de los ángeles en la justicia porque manifiesta una misericordia mayor.
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