lunes, 8 de junio de 2009
Rm 4, 22-25 Dios tuvo en cuenta su fe
(Rm 4, 22-25) Dios tuvo en cuenta su fe
[22] Por eso, la fe le fue tenida en cuenta para su justificación. [23] Pero cuando dice la Escritura: Dios tuvo en cuenta su fe, no se refiere únicamente a Abraham, sino también a nosotros, [24] que tenemos fe en aquel que resucitó a nuestro Señor Jesús, [25] el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.
(C.I.C 517) Toda la vida de Cristo es Misterio de Redención. La Redención nos viene ante todo por la sangre de la cruz (cf. Ef 1, 7; Col 1, 13-14; 1P 1, 18-19), pero este misterio está actuando en toda la vida de Cristo: ya en su Encarnación porque haciéndose pobre nos enriquece con su pobreza (cf. 2Co 8, 9); en su vida oculta donde repara nuestra insumisión mediante su sometimiento (cf. Lc 2, 51); en su palabra que purifica a sus oyentes (cf. Jn 15, 3); en sus curaciones y en sus exorcismos, por las cuales "él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8, 17; cf. Is 53, 4); en su Resurrección, por medio de la cual nos justifica (cf. Rm 4, 25). (C.I.C 519) Toda la riqueza de Cristo "es para todo hombre y constituye el bien de cada uno" (Redemptor hominis, 11). Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros, desde su Encarnación "por nosotros los hombres y por nuestra salvación" (Simbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150) hasta su muerte "por nuestros pecados" (1Co 15, 3) y en su Resurrección para nuestra justificación (Rom 4,25). Todavía ahora, es "nuestro abogado cerca del Padre" (1Jn 2, 1), "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7, 25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9, 24).
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