viernes, 1 de diciembre de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 227
(Respuesta YouCat) Jesús mismo instituyó el sacramento
de la Penitencia cuando el día de Pascua se apareció a los Apóstoles y les
dijo: «Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». (Jn
20,22a-23).
Reflecciones y
puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1485) En la tarde de Pascua, el Señor Jesús se mostró a sus
Apóstoles y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos" (Jn 20, 22-23).
Para meditar
(Comentario
YouCat) En
ningún lugar ha expresado Jesús de forma más bella lo que sucede en el
sacramento de la Penitencia que en la parábola del hijo pródigo: nos
extraviamos, nos perdemos, no podemos más. Pero Dios Padre nos espera con un
deseo mayor e incluso infinito; nos perdona cuando regresamos; nos acepta
siempre, perdona el pecado. Jesús mismo perdonó los pecados a muchas personas;
eso era más importante para él que hacer milagros. Veía en ello el gran signo
de la llegada del reino de Dios, en el que todas las heridas serán sanadas y
todas las lágrimas serán enjugadas. El poder del Espíritu Santo, en el que
Jesús perdonaba los pecados, lo transmitió a sus Apóstoles. Cuando nos
dirigimos a un sacerdote y nos confesamos, nos arrojamos a Los brazos abiertos
de nuestro Padre celestial.
(Comentario CIC) (C.I.C
1439) El
proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente
por Jesús en la parábola llamada "del hijo pródigo", cuyo centro es
"el Padre misericordioso" (Cf. Lc 15,11-24): la fascinación de una
libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el
hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillación profunda de
verse obligado a apacentar cerdos, y peor aún, la de desear alimentarse de las
algarrobas que comían los cerdos; la reflexión sobre los bienes perdidos; el
arrepentimiento y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino
del retorno; la acogida generosa del padre; la alegría del padre: todos estos
son rasgos propios del proceso de conversión. El mejor vestido, el anillo y el
banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de
alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al seno de su familia,
que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo que conoce las profundidades del
amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera
tan llena de simplicidad y de belleza.
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