martes, 21 de noviembre de 2017

Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 221



YOUCAT Pregunta n. 221 – Parte IV ¿Cómo me transforma la sagrada Comunión?


(Respuesta YouCat – repeticion) Cada sagrada Comunión me une más íntimamente con Cristo, me convierte en un miembro vivo del cuerpo de Cristo, renueva las gracias que he recibido en el Bautismo y la Confirmación y me fortalece en la lucha contra el pecado.    

Reflecciones y puntos a profundizar  (Comentario CIC)  (C.I.C 1396) La unidad del Cuerpo místico: La Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo. En el Bautismo fuimos llamados a no formar más que un solo cuerpo (cf. 1Co 12,13). La Eucaristía realiza esta llamada: "El cáliz de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? y el pan que partimos ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan" (1Co 10,16-17): “Si vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto sobre la mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis "amén" (es decir, "sí", "es verdad") a lo que recibís, con lo que, respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir "el Cuerpo de Cristo", y respondes "amén". Por lo tanto, se tú verdadero miembro de Cristo para que tu "amén" sea también verdadero” (San Agustín, Sermo 272: PL 38, 1247). 

Para meditar  (C.I.C 1397) La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos (cf. Mt 25,40): “Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. […] Deshonras esta mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno […] de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aún así, no te has hecho más misericordioso” (San Juan Crisóstomo, In epistulam I ad Corinthios, homilia 27, 5: PG 61, 230).
 
(Siguiente Pregunta: ¿Puede darse la Eucaristía también a los cristianos no católicos?)

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