jueves, 9 de noviembre de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 217.
(Respuesta YouCat) Cada vez que la Iglesia celebra la
Eucaristía se sitúa ante la fuente de la que ella misma brota continuamente de
nuevo: en la medida que la Iglesia «come» del Cuerpo de Cristo, se convierte en
Cuerpo de Cristo, que es sólo otro nombre de la Iglesia. En el sacrificio de
Cristo, que se nos da en cuerpo y alma, hay lugar para toda nuestra vida.
Nuestro trabajo y nuestro sufrimiento, nuestras alegrías, todo lo podemos unir
al sacrificio de Cristo. Si nos ofrecemos de este modo, seremos transformados:
agradamos a Dios y para nuestros prójimos somos como buen pan que alimenta.
Reflecciones y
puntos a profundizar (Comentario
CIC) (C.I.C 1368a) La Eucaristía
es igualmente el sacrificio de la Iglesia. La Iglesia, que es el Cuerpo de
Cristo, participa en la ofrenda de su Cabeza. Con Él,
ella se ofrece totalmente. Se une a su intercesión ante el Padre por todos los
hombres. En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de
los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento,
su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y
adquieren así un valor nuevo.
Para meditar
(Comentario
YouCat) Se critica con frecuencia a la Iglesia, como si
únicamente fuera una asociación de hombres más o menos buenos. En realidad, la
Iglesia es lo que se realiza diariamente de un modo misterioso sobre el altar.
Dios se entrega por cada uno de nosotros y quiere transformarnos mediante la
comunión con él. Como seres transformados deberíamos transformar el mundo. Todo
lo demás que la Iglesia es también, es secundario.
(Comentario CIC) (C.I.C 1368b) El sacrificio de Cristo,
presente sobre el altar, da a todas alas generaciones de cristianos la
posibilidad de unirse a su ofrenda. En las catacumbas, la Iglesia es con
frecuencia representada como una mujer en oración, los brazos extendidos en
actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz, por él,
con él y en él, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres. (C.I.C
1414) En cuanto sacrificio, la Eucaristía es ofrecida
también en reparación de los pecados de los vivos y los difuntos, y para
obtener de Dios beneficios espirituales o temporales.
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