domingo, 28 de diciembre de 2014
337. ¿Cuál es el designio de Dios sobre el hombre y la mujer?
(Compendio 337) Dios, que es amor y creó al hombre por
amor, lo ha llamado a amar. Creando al hombre y a la mujer, los ha llamado en
el Matrimonio a una íntima comunión de vida y amor entre ellos, «de manera que
ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19, 6). Al bendecirlos, Dios les dijo:
«Creced y multiplicaos» (Gn 1, 28).
Resumen
(C.I.C 1601) "La alianza
matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio
de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y
a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a
la dignidad de sacramento entre bautizados" (CIC canon 1055, 1).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1602) La Sagrada Escritura
se abre con el relato de la creación del hombre y de la mujer a imagen y
semejanza de Dios (Cf. Gn 1,26- 27) y se cierra con la visión de las
"bodas del Cordero" (Ap 19,7. 9). De un extremo a otro la Escritura
habla del matrimonio y de su "misterio", de su institución y del
sentido que Dios le dio, de su origen y de su fin, de sus realizaciones
diversas a lo largo de la historia de la salvación, de sus dificultades nacidas
del pecado y de su renovación "en el Señor" (1Co 7,39) todo ello en
la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5,31-32). (C.I.C
1603) "La íntima comunidad de vida y amor
conyugal, está fundada por el Creador y provista de leyes propias. […] El mismo
Dios […] es el autor del matrimonio” (Gaudium et spes, 48). La vocación al
matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según
salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución puramente
humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de
los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes
espirituales. Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y
permanentes. A pesar de que la dignidad de esta institución no se trasluzca
siempre con la misma claridad (cf. Gaudium
et spes, 47), existe en todas las culturas un
cierto sentido de la grandeza de la unión matrimonial. "La salvación de la
persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la
prosperidad de la comunidad conyugal y familiar" (Gaudium et spes,
47).
Para la reflexión
(C.I.C 1604) Dios que ha creado al
hombre por amor lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de
todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn
1,27), que es Amor (cf. 1Jn 4,8. 16). Habiéndolos creado Dios hombre y mujer,
el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e
indefectible con que Dios ama al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los
ojos del Creador (cf. Gn 1,31). Y este amor que Dios bendice es destinado a ser
fecundo y a realizarse en la obra común del cuidado de la creación. "Y los
bendijo Dios y les dijo: ‘Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y
sometedla’" (Gn 1,28). (C.I.C 1605) La
Sagrada escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el
otro: "No es bueno que el hombre esté solo" (Gn 2,18). La mujer,
"carne de su carne" (Gn 2,23), su igual, la criatura más semejante al
hombre mismo, le es dada por Dios como una "auxilio" (Gn 2,18),
representando así a Dios que es nuestro "auxilio" (cf. Sal 121,2).
"Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se
hacen una sola carne" (cf. Gn 2,24). Que esto significa una unión
indefectible de sus dos vidas, el Señor mismo lo muestra recordando cuál fue
"en el principio", el plan del Creador (Mt 19,4): "De manera que
ya no son dos sino una sola carne" (Mt 19,6).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario