lunes, 8 de diciembre de 2014
324. ¿Cómo se sitúa el sacramento del Orden en el designio divino de la salvación? (Primera parte)
(Compendio 324) En la Antigua Alianza el sacramento del
Orden fue prefigurado por el servicio de los levitas, el sacerdocio de Aarón y
la institución de los setenta «ancianos» (Nm 11, 25). Estas prefiguraciones se
cumplen en Cristo Jesús, quien, mediante su sacrificio en la cruz, es «el único
[.....] mediador entre Dios y los hombres» (1 Tm 2, 5), el «Sumo Sacerdote
según el orden de Melquisedec» (Hb 5,10). El único sacerdocio de Cristo se hace
presente por el sacerdocio ministerial. «Sólo Cristo es el verdadero sacerdote;
los demás son ministros suyos» (Santo Tomás de Aquino).
Resumen
(C.I.C 1590) San Pablo dice a su
discípulo Timoteo: "Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está
en ti por la imposición de mis manos" (2Tm 1,6), y "si alguno aspira
al cargo de obispo, desea una noble función" (1Tm 3,1). A Tito decía:
"El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar
lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené"
(Tt 1,5).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1539) El pueblo elegido fue
constituido por Dios como "un reino de sacerdotes y una nación
consagrada" (Ex 19,6; cf. Is 61,6). Pero dentro del pueblo de Israel, Dios
escogió una de las doce tribus, la de Leví, para el servicio litúrgico (cf. Nm
1, 48-53); Dios mismo es la parte de su herencia (cf. Jos 13,33). Un rito
propio consagró los orígenes del sacerdocio de la Antigua Alianza (cf. Ex
29,1-30; Lv 8). En ella los sacerdotes fueron establecidos "para intervenir
en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y
sacrificios por los pecados" (Hb 5,1). (C.I.C 1540) Instituido para anunciar la palabra de Dios (cf. Ml
2,7-9) y para restablecer la comunión con Dios mediante los sacrificios y la
oración, este sacerdocio de la Antigua Alianza, sin embargo, era incapaz de
realizar la salvación, por lo cual tenía necesidad de repetir sin cesar los
sacrificios, y no podía alcanzar una santificación definitiva (cf. Hb 5,3;
7,27; 10,1-4), que sólo podría ser lograda por el sacrificio de Cristo.
Para la reflexión
(C.I.C 1541) No obstante, la
liturgia de la Iglesia ve en el sacerdocio de Aarón y en el servicio de los
levitas, así como en la institución de los setenta "ancianos" (cf. Nm
11, 24-25), prefiguraciones del ministerio ordenado de la Nueva Alianza. Por
ello, en el rito latino la Iglesia se dirige a Dios en la oración consecratoria
de la ordenación de los obispos de la siguiente manera: “Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo [...], Tú que estableciste
normas en tu Iglesia con tu palabra bienechora. Desde el principio tú predestinaste un linaje justo de Abraham; nombraste
principes y sacerdotes y non dejaste sen ministros tu santuario” (Pontifical Romano: Ordenación de Obispos,
presbíteros y diáconos. Ordenación de Obispo. Oración de la Ordenación). (C.I.C
1546) Cristo, sumo sacerdote y único mediador, ha
hecho de la Iglesia "un Reino de sacerdotes para su Dios y Padre" (Ap
1,6; cf. Ap 5,9-10; 1P 2,5.9). Toda la comunidad de los creyentes es, como tal,
sacerdotal. Los fieles ejercen su sacerdocio bautismal a través de su
participación, cada uno según su vocación propia, en la misión de Cristo,
Sacerdote, Profeta y Rey. Por los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación
los fieles son "consagrados para ser [...] un sacerdocio santo" (Lumen gentium, 10). (Continua)
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