viernes, 26 de diciembre de 2014
336. ¿Con qué autoridad se ejerce el sacerdocio ministerial? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 336 - repetición) Los
sacerdotes ordenados, en el ejercicio del ministerio sagrado, no hablan ni
actúan por su propia autoridad, ni tampoco por mandato o delegación de la
comunidad, sino en la Persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia. Por
tanto, el sacerdocio ministerial se diferencia esencialmente, y no sólo en
grado, del sacerdocio común de los fieles, al servicio del cual lo instituyó
Cristo.
Resumen
(C.I.C 1536) El Orden es el
sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue
siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento
del ministerio apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el
presbiterado y el diaconado.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1549) Por el ministerio
ordenado, especialmente por el de los obispos y los presbíteros, la presencia
de Cristo como cabeza de la Iglesia se hace visible en medio de la comunidad de
los creyentes. Según la bella expresión de San Ignacio de Antioquía, el obispo es
typos tou Patros, es imagen viva de
Dios Padre (San Ignacio de Antioquía, Epistula
ad Trallianos 3, 1; Epistula ad
Magnesios 6, 1). (C.I.C 1550) Esta
presencia de Cristo en el ministro no debe ser entendida como si éste estuviese
exento de todas las flaquezas humanas, del afán de poder, de errores, es decir
del pecado. No todos los actos del ministro son garantizado s de la misma
manera por la fuerza del Espíritu Santo. Mientras que en los sacramentos esta
garantía es dada de modo que ni siquiera el pecado del ministro puede impedir
el fruto de la gracia, existen muchos otros actos en que la condición humana
del ministro deja huellas que no son siempre el signo de la fidelidad al
evangelio y que pueden dañar por consiguiente a la fecundidad apostólica de la
Iglesia.
Para la reflexión
(C.I.C 1551) Este sacerdocio es ministerial. "Esta Función […], que
el Señor confió a los pastores de su pueblo, es un verdadero servicio" (Lumen gentium, 24). Está enteramente referido a Cristo y a los
hombres. Depende totalmente de Cristo y de su sacerdocio único, y fue
instituido en favor de los hombres y de la comunidad de la Iglesia. El
sacramento del Orden comunica "un poder sagrado", que no es otro que
el de Cristo. El ejercicio de esta autoridad debe, por tanto, medirse según el
modelo de Cristo, que por amor se hizo el último y el servidor de todos (cf. Mc
10,43-45; 1P 5,3). "El Señor dijo claramente que la atención prestada a su
rebaño era prueba de amor a Él" (San Juan Crisóstomo, De sacerdotio 2, 4:
PG 48, 635; cf. Jn 21,15-17). (Continua)
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