miércoles, 3 de diciembre de 2014
319. ¿Cuáles son los efectos de este sacramento?
(Compendio 319) El sacramento de la Unción confiere una
gracia particular, que une más íntimamente al enfermo a la Pasión de Cristo,
por su bien y por el de toda la Iglesia, otorgándole fortaleza, paz, ánimo y
también el perdón de los pecados, si el enfermo no ha podido confesarse.
Además, este sacramento concede a veces, si Dios lo quiere, la recuperación de
la salud física. En todo caso, esta Unción prepara al enfermo para pasar a la
Casa del Padre.
Resumen
(C.I.C 1532) La gracia especial
del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos: — la unión del
enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia; — el
consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la
enfermedad o de la vejez; — el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido
obtenerlo por el sacramento de la Penitencia; — el restablecimiento de la salud
corporal, si conviene a la salud espiritual; — la preparación para el paso a la
vida eterna.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1520) Un don particular del Espíritu Santo. La gracia primera de este
sacramento es un gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las
dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la
vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la
fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, especialmente
tentación de desaliento y de angustia ante la muerte (cf. Hb 2,15). Esta
asistencia del Señor por la fuerza de su Espíritu quiere conducir al enfermo a
la curación del alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de
Dios (cf. Concilio de Florencia: DS 1325).
Además, "si hubiera cometido pecados, le serán perdonados" (St 5,15;
cf. Concilio de Trento: DS 1717). (C.I.C
1521) La unión
a la Pasión de Cristo. Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe
la fuerza y el don de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo: en cierta
manera es consagrado para dar fruto
por su configuración con la Pasión redentora del Salvador. El sufrimiento,
secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo, viene a ser participación
en la obra salvífica de Jesús.
Para la reflexión
(C.I.C 1522) Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento,
"uniéndose libremente a la pasión y muerte de Cristo, contribuyen al bien
del Pueblo de Dios" (Lumen gentium,
11). Cuando celebra este sacramento, la Iglesia, en la comunión de los santos,
intercede por el bien del enfermo. Y el enfermo, a su vez, por la gracia de
este sacramento, contribuye a la santificación de la Iglesia y al bien de todos
los hombres por los que la Iglesia sufre y se ofrece, por Cristo, a Dios Padre.
(C.I.C 1523) Una preparación para el último tránsito. Si el sacramento de la
unción de los enfermos es concedido a todos los que sufren enfermedades y
dolencias graves, lo es con mayor razón "a los que están a punto de salir
de esta vida" (in exitu viae
constituti) (Concilio de Trento: DS 1698),
de manera que se la ha llamado también sacramentum
exeuntium ("sacramento de los que parten" (Ibid.). La Unción de los enfermos acaba de conformarnos con la
muerte y a la resurrección de Cristo, como el Bautismo había comenzado a
hacerlo. Es la última de las sagradas unciones que jalonan toda la vida
cristiana; la del Bautismo había sellado en nosotros la vida nueva; la de la
Confirmación nos había fortalecido para el combate de esta vida. Esta última
unción ofrece al término de nuestra vida terrena un escudo para defenderse en
los últimos combates antes de entrar en la Casa del Padre (cf. Concilio de Trento: DS 1694).
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