(Jr 31, 35-37) 35 Así habla el Señor de los
ejércitos
35 Así habla el
Señor, el que puso el sol para alumbrar el día, la luna y las estrella para
iluminar la noche, el que agita el mar y rugen sus olas; su nombre es Señor de
los ejércitos:36 Si este ordenamiento dejara de regir delante de mi –oráculo
del Señor– entonces, también la descendencia de Israel dejaría de ser para
siempre una nación delante de mí. 37 Así habla el Señor: Si se pudieran medir
los cielos en lo alto y explorar aquí abajo los cimientos de la tierra, también
yo rechazaría a la descendencia de Israel a causa de todo lo que hicieron
–oráculo del Señor–.
(C.I.C 346) En la creación Dios puso un fundamento y unas
leyes que permanecen estables (cf. Hb 4, 3-4), en los cuales el creyente podrá
apoyarse con confianza, y que son para él el signo y garantía de la fidelidad
inquebrantable de la Alianza de Dios (cf. Jr 31, 35-37, 33, 19-26). Por su
parte el hombre deberá permanecer fiel a este fundamento y respetar las leyes
que el Creador ha inscrito en la creación.
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