jueves, 8 de agosto de 2013
Jr 15, 15-18 Señor, acuérdate de mí, tómame en cuenta
15 Señor,
acuérdate de mí, tómame en cuenta, y véngame de mis perseguidores; no dejes que
me arrebaten, abusando de tu paciencia: mira que soporto injurias por tu causa.
16 Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi
gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor,
Dios de los ejércitos. 17 Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que
se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque tú me habías
llenado de indignación. 18 ¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es
incurable, se resiste a sanar? ¿Serás para mí como un arroyo engañoso, de aguas
inconstantes?
(C.I.C 2584) A solas con Dios, los profetas extraen luz y
fuerza para su misión. Su oración no es una huida del mundo infiel, sino una
escucha de la palabra de Dios, es, a veces un debatirse o una queja, y siempre
una intercesión que espera y prepara la intervención del Dios salvador, Señor
de la historia (cf. Am 7, 2. 5; Is 6, 5. 8. 11; Jr 1, 6; 15, 15-18; 20, 7-18).
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