lunes, 5 de agosto de 2013
Jr 10, 5. 10 Pero el Señor es el Dios verdadero, viviente y Rey eterno
5 Ellos son como un espantapájaros, en un campo de
pepinos; no pueden hablar, hay que transportarlos, porque no dan ni un paso.
¡No les tengan miedo, no hacen ningún mal, ni tampoco son capaces de hacer el
bien! - 10 Pero el Señor es el Dios verdadero, él es un Dios viviente y un Rey
eterno. Cuando él se irrita, la tierra tiembla y las naciones no pueden
soportar su enojo.
(C.I.C 2112) El primer mandamiento condena el politeísmo. Exige al hombre no creer en
otros dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al único
Dios. La Escritura recuerda constantemente este rechazo de los ‘ídolos, oro y
plata, obra de las manos de los hombres’, que ‘tienen boca y no hablan, ojos y
no ven’. Estos ídolos vanos hacen vano al que les da culto: ‘Como ellos serán
los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza’ (Sal 115, 4-5. 8; cf.
Is 44, 9-20; Jr 10, 1-16; Dn 14, 1-30; Ba 6; Sb 13, 1-15. 19). Dios, por el
contrario, es el ‘Dios vivo’ (Jos 3, 10; Sal 42, 3, etc.), que da vida e
interviene en la historia.
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