miércoles, 7 de agosto de 2013
Jr 13, 27 ¡Ay de ti, Jerusalén, que no te purificas!
27 ¡Tus adulterios y tus relinchos, tu infame
prostitución! Sobre las colinas, en los campos, he visto tus Inmundicias. ¡Ay
de ti, Jerusalén, que no te purificas! ¿Hasta cuándo seguirás así?
(C.I.C 2381) El adulterio es una injusticia. El que lo
comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el
vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la
institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete
el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable
de los padres.
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