sábado, 24 de agosto de 2013
Ez 1, 26-28 Una figura con aspecto de hombre
26 Encima de la
plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo así como una piedra de
zafiro, con figura de trono; y encima de esa especie de trono, en los más alto,
una figura con aspecto de hombre. 27 Entonces vi un fulgor como de electro,
algo así como un fuego que lo rodeaba desde lo que parecía ser su cintura para
abajo; vi algo así como un fuego y una claridad alrededor de él; 28 como el
aspecto del arco que aparece en las nubes los días de lluvia, así era la
claridad que lo rodeaba. Este era el aspecto, la semejanza de la gloria del
Señor. Al verla, caí con el rostro en tierra y oí una voz que hablaba.
(C.I.C 1137) El Apocalipsis de San Juan, leído en la liturgia de la Iglesia, nos revela
primeramente que "un trono estaba erigido en el cielo y Uno sentado en el
trono" (Ap 4,2): "el Señor Dios" (Is 6,1; cf. Ez 1,26-28). Luego
revela al Cordero, "inmolado y de pie" (Ap 5,6; cf. Jn 1,29): Cristo
crucificado y resucitado, el único Sumo Sacerdote del santuario verdadero (cf.
Hb 4,14-15; 10, 19-21; etc), el mismo "que ofrece y que es ofrecido, que
da y que es dado" (Liturgia
Bizantina Anaphora Iohannis Chrysóstomi: PG 63, 913). Y por último, revela
"el río de agua de vida […] que brota del trono de Dios y del
Cordero" (Ap 22,1), uno de los más bellos símbolos del Espíritu Santo (cf.
Jn 4,10-14; Ap 21,6).
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