martes, 11 de diciembre de 2012
Jdt 9, 9-10 ¡Abate su soberbia por la mano de una mujer!
9 Mira su
arrogancia, descarga tu indignación sobre sus cabezas: concédeme, aunque no soy
más que una viuda, la fuerza para cumplir mi cometido. Por medio de mis
palabras seductoras 10 castiga al esclavo junto con su jefe y al jefe junto con
su esclavo. ¡Abate su soberbia por la mano de una mujer!
(C.I.C 2568) La revelación de la oración en el Antiguo
Testamento se inscribe entre la caída y la elevación del hombre, entre la
llamada dolorosa de Dios a sus primeros hijos: "¿Dónde estás? [...] ¿Por
qué lo has hecho?" (Gn 3, 9. 13) y la respuesta del Hijo único al entrar
en el mundo: "He aquí que vengo [...] a hacer, oh Dios, tu voluntad"
(Hb 10, 5-7). De este modo, la oración está unida a la historia de los hombres;
es la relación con Dios en los acontecimientos de la historia humana.
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