lunes, 24 de diciembre de 2012
Jb 1, 6 El Adversario estaba en medio de ellos
6 El día en que los hijos de Dios fueron a presentarse
delante del Señor, también el Adversario estaba en medio de ellos.
(C.I.C 441) Hijo de
Dios, en el Antiguo Testamento, es un título dado a los ángeles (cf. Dt 32,
8; Jb 1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11; Sb
18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes (cf. 2S 7,
14; Sal 82, 6). Significa entonces una filiación adoptiva que establece entre
Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el
Rey-Mesías prometido es llamado "hijo de Dios" (cf. 1Cro 17, 13; Sal
2, 7), no implica necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que
sea más que humano. Los que designaron así a Jesús en cuanto Mesías de Israel
(cf. Mt 27, 54), quizá no quisieron decir nada más (cf. Lc 23, 47). (C.I.C 394)
La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama
"homicida desde el principio" (Jn 8,44) y que incluso intentó
apartarlo de la misión recibida del Padre (cf. Mt 4,1-11). "El Hijo de
Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo" (1Jn 3,8). La más
grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido
al hombre a desobedecer a Dios.
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