domingo, 16 de diciembre de 2012
2M 7,9. 14 La esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él
9 Y cuando estaba por dar el último suspiro, dijo: «Tú,
malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos
resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes». 14 Y
cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: «Es preferible morir a manos de
los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él. Tú, en
cambio, no resucitarás para la vida».
(C.I.C 992) La resurrección de los muertos fue
revelada progresivamente por Dios a su Pueblo. La esperanza en la resurrección
corporal de los muertos se impuso como una consecuencia intrínseca de la fe en
un Dios creador del hombre todo entero, alma y cuerpo. El creador del cielo y
de la tierra es también Aquél que mantiene fielmente su Alianza con Abraham y
su descendencia. En esta doble perspectiva comienza a expresarse la fe en la
resurrección. En sus pruebas, los mártires Macabeos confiesan: “El Rey del
mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna
(2M 7, 9). Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios
otorga de ser resucitados de nuevo por él” (2M 7, 14. 29; Dn 12, 1-13).
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