Job - Pàginas selectas
(Jb 1, 5) Job ofrecía un holocausto
por cada uno de ellos
5 Una vez concluido el ciclo de los festejos, Job los
hacía venir y los purificaba; después se levantaba muy de madrugada y ofrecía
un holocausto por cada uno de ellos. Porque pensaba: «Tal vez mis hijos hayan
pecado y maldecido a Dios en su corazón». Así procedía Job indefectiblemente.
(C.I.C 1032) Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la
oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó
[Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para
que quedaran liberados del pecado" (2M 12, 46). Desde los primeros
tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido
sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. II Concilio
de Lyon: DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión
beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias
y las obras de penitencia en favor de los difuntos: “Llevémosles socorros y
hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el
sacrificio de su Padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que
nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? […] No
dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras
plegarias por ellos” (San Juan Crisóstomo, In
epistulam I ad Corinthios homilia 41, 5: PG 61, 361).
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