sábado, 22 de diciembre de 2012
2M 12, 45 Ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos
45 Además, él tenía presente la magnífica recompensa que
está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y
piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos,
para que fueran librados de sus pecados.
(C.I.C 958) La
comunión con los difuntos. "La Iglesia peregrina, perfectamente
consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los
primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los
difuntos y también ofreció por ellos oraciones ‘pues es una idea santa y
provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados' (2M
12, 45)" (Lumen gentium, 50).
Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles sino también hacer
eficaz su intercesión en nuestro favor. (C.I.C 1032)
Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos,
de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este
sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del
pecado" (2M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la
memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el
sacrificio eucarístico (cf. II Concilio de Lyon: DS 856), para que, una vez
purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también
recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de
los difuntos: “Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de
Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué
habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un
cierto consuelo? […] No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en
ofrecer nuestras plegarias por ellos” (San Juan Crisóstomo, In epistulam I ad Corinthios homilia 41,
5: PG 61, 361).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario