[3] Ellos, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
domingo, 29 de marzo de 2009
Hch 13, 3 Les impusieron las manos y los despidieron
(Hch 13, 3) Les impusieron las manos y los despidieron
[3] Ellos, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
[3] Ellos, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
(C.I.C 1070) La palabra "Liturgia" en el Nuevo Testamento es empleada para designar no solamente la celebración del culto divino (cf. Hch 13,2; Lc 1,23), sino también el anuncio del Evangelio (cf. Rm 15,16; Flp 2,14-17. 30) y la caridad en acto (cf. Rm 15,27; 2Co 9,12; Flp 2,25). En todas estas situaciones se trata del servicio de Dios y de los hombres. En la celebración litúrgica, la Iglesia es servidora, a imagen de su Señor, el único "Liturgo" (cf. Hb 8,2. 6), al participar del sacerdocio de Cristo (culto) de su condición profética (anuncio) y de su condición real (servicio de caridad). “Con razón se considera la liturgia como el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo en la que, mediante signos sensibles, se significa y se realiza, según el modo propio de cada uno, la santificación del hombre y, así, el Cuerpo místico de Cristo, esto es, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público integral. Por ello, toda celebración litúrgica, como obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia (Sacrosanctum Concilium, 7).
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