martes, 24 de marzo de 2009

Hch 12, 3-5 También hizo encarcelar a Pedro

(Hch 12, 3-5) También hizo encarcelar a Pedro
[3] y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de «los panes Ácimos». [4] Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. [5] Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.
(C.I.C 769) La Iglesia "sólo llegará a su perfección en la gloria del cielo" (Lumen gentium, 48), cuando Cristo vuelva glorioso. Hasta ese día, "la Iglesia avanza en su peregrinación a través de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios" (San Agustín, De civitate Dei, 18, 51: PL 41, 614; cf. Lumen gentium, 8). Aquí abajo, ella se sabe en exilio, lejos del Señor (cf. 2Co 5, 6; 6), y aspira al advenimimento pleno del Reino, "y espera y desea con todas sus fuerzas reunirse con su Rey en la gloria" (Lumen gentium, 5). La consumación de la Iglesia en la gloria, y a través de ella la del mundo, no sucederá sin grandes pruebas. Solamente entonces, "todos los justos desde Adán, ‘desde el justo Abel hasta el último de los elegidos’ se reunirán con el Padre en la Iglesia universal" (Lumen gentium, 2). (C.I.C 2565) En la nueva Alianza, la oración es la relación viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo. La gracia del Reino es "la unión de la Santísima Trinidad toda entera con el espíritu todo entero" (San Gregorio Nacianceno, Oratio 16, 9: PG 35, 945). Así, la vida de oración es estar habitualmente en presencia de Dios, tres veces Santo, y en comunión con Él. Esta comunión de vida es posible siempre porque, mediante el Bautismo, nos hemos convertido en un mismo ser con Cristo (cf. Rm 6, 5). La oración es cristiana en tanto en cuanto es comunión con Cristo y se extiende por la Iglesia que es su Cuerpo. Sus dimensiones son las del Amor de Cristo (cf. Ef 3, 18-21).

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