domingo, 22 de marzo de 2009

Hch 11, 8-15 El Espíritu Santo descendió sobre ellos

(Hch 11, 8-15) El Espíritu Santo descendió sobre ellos
[8] “De ninguna manera, Señor, respondí, yo nunca he comido nada manchado ni impuro”. [9] Por segunda vez, oí la voz del cielo que me dijo: “No consideres manchado lo que Dios purificó”. [10] Esto se repitió tres veces, y luego, todo fue llevado otra vez al cielo. [11] En ese momento, se presentaron en la casa donde estábamos tres hombres que habían sido enviados desde Cesarea para buscarme. [12] El Espíritu Santo me ordenó que fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron también los seis hermanos aquí presentes y llegamos a la casa de aquel hombre. [13] Este nos contó en qué forma se le había aparecido un ángel, diciéndole: “Envía a alguien a Jope, a buscar a Simón, llamado Pedro. [14] Él te anunciará un mensaje de salvación para ti y para toda tu familia”. [15] Apenas comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como lo hizo al principio sobre nosotros.
(C.I.C 1657) Aquí es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia, "en la recepción de los sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras" (Lumen gentium, 10). El hogar es así la primera escuela de vida cristiana y "escuela del más rico humanismo" (Gaudium et spes, 52). Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de su vida.

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