martes, 15 de enero de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 417.
(Respuesta YouCat) Según la voluntad de Dios, el esposo
y la esposa se encuentran en el placer erótico y sexual para unirse en el amor
más profundamente y permitir que de su amor surjan los hijos.
Reflecciones y
puntos a profundizar
(Comentario
CIC) (CIC 2362) “Los actos
[...] con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos
y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la
recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud”
(Gaudium et spes, 49). La sexualidad
es fuente de alegría y de agrado: «El Creador [...] estableció que en esta
función [de generación] los esposos experimentasen un placer y una satisfacción
del cuerpo y del espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando
este placer y gozando de él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin
embargo, los esposos deben saber mantenerse en los límites de una justa
moderación» (Pío XII, Discurso a los
participantes en el Congreso de la Unión Católica Italiana de especialistas en
Obstetricia, 29 octubre 1951).
Para meditar
(Comentario YouCat) El
cuerpo, el placer y el disfrute erótico gozan de una alta estima en el
cristianismo: «El Cristianismo [...] cree que la materia es buena, que Dios
mismo asumió forma humana, que incluso en el cielo se nos dará un tipo de
cuerpo y que éste será una parte esencial de nuestra felicidad, belleza y
poder. El Cristianismo ha enaltecido el matrimonio más que cualquier otra
religión. Casi toda La alta poesía amorosa de la literatura mundial ha sido
elaborada por cristianos y el Cristianismo se opone a quien afirma que la
sexualidad es mala en sí misma» (C. S. Lewis, Perdón, soy cristiano). Pero el
placer no es un fin en sí mismo. Allí donde el placer de una pareja se cierra
en sí mismo y no está abierto a la nueva vida que pudiera surgir de él, no hace
justicia a la esencia del amor.
(Comentario CIC) (CIC 2363) Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del
matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden
separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida
espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio y el
porvenir de la familia. Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda
situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario