viernes, 4 de enero de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 406.
(Respuesta YouCat) Sí, todo bautizado está llamado a
vivir la castidad, ya sea joven o viejo, viva solo o esté casado.
Reflecciones y puntos a profundizar (CIC 2394) Cristo es el modelo de la
castidad. Todo bautizado es llamado a llevar una vida casta, cada uno según su
estado de vida.
Para meditar
(Comentario YouCat) No todas
las personas están llamadas a vivir el matrimonio, pero todas están llamadas al
amor. Estamos destinados a entregar nuestra vida; unos en la forma del
matrimonio, otros en la forma del celibato voluntario por el reino de los
cielos, otros, viviendo solos y, sin embargo, al servicio de todos. Toda vida
encuentra su sentido en el amor. Ser casto quiere decir amar sin división.
Quien no es casto está dividido y no es libre. Quien ama verdaderamente es
libre, Tuerte y bueno; puede entregarse en el amor. Así Cristo, que se ha
entregado totalmente por nosotros y al mismo tiempo totalmente al Padre del
cielo, es modelo de castidad porque es el prototipo del amor fuerte.
(Comentario CIC) (CIC 2348)
Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha “revestido de
Cristo” (Ga 3, 27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo
son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento
de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la
castidad. (CIC 2349)
La castidad “debe calificar a las personas según los diferentes estados de
vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de
dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la
manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o célibes”
(Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 11). Las personas casadas son llamadas a vivir la
castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia. Persona humana, «Se nos enseña que hay
tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las
viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con exclusión de las otras.
[...] En esto la disciplina de la Iglesia es rica» (San Ambrosio, De viduis
23).
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