sábado, 1 de diciembre de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 383.
(Respuesta YouCat) La vida donada por Dios
es propiedad directa de Dios; es sagrada desde el primer momento y
escapa toda intervención humana. «Antes de formarte en el vientre, te elegí;
antes de que salieses del seno alaterno, te consagré» (Ger 1,5).
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C.) 2270 La vida humana debe ser respetada y
protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer
momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de
persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la
vida (cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum Vitae, 1, 1). «Antes de haberte formado yo en el seno
materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado» (Jr 1,
5). «Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido
en las honduras de la tierra» (Sal 139, 15).
Para meditar
(Comentario YouCat) Solo Dios es señor de la vida
y de la muerte. Ni siquiera "mi" vida me pertenece en exclusiva. Todo niño tiene
derecho a la vida desde su concepción. Desde el principio l ser humano que va a
nacer es una persona independiente, cuyo ámbito de derechos no puede ser
invadido por nadie externo a él, ni el Estado, ni un médico, ni siquiera su
madre. La claridad de la Iglesia en este punto no es ausencia de misericordia;
más bien quiere señalar el daño irreparable que se causa al niño inocente a
quien lo da muerte, a sus padres y a toda la sociedad. Proteger la vida humana
inocente es uno de los deberes más nobles del Estado. Si el Estado se sustrae a
esta obligación, toca él mismo los cimientos del Estado de derecho.
(Comentario CIC) (C.I.C 2271) Desde el siglo primero, la Iglesia ha
afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha
cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un
fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral. “No matarás el
embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido”. (Didaché, 2, 2; cf. Epístula Pseudo Barnabae 19, 5; Epístula
ad Diognetum 5, 6; Tertuliano, Apologeticum,
9, 8: PL 1, 371-372). “Dios […], Señor de la vida, ha confiado a los hombres la
excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del
hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde
la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables (Gaudium et spes, 51).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario