lunes, 30 de noviembre de 2015
561. ¿Cuál es el papel del Espíritu Santo en la oración?
(Compendio
561) Puesto que el Espíritu Santo es el Maestro interior de la oración
cristiana y «nosotros no sabemos pedir como conviene» (Rm 8, 26), la Iglesia
nos exhorta a invocarlo e implorarlo en toda ocasión: «¡Ven, Espíritu Santo!».
Resumen
(C.I.C 2680) La
oración está dirigida principalmente al Padre; igualmente se dirige a Jesús, en
especial por la invocación de su santo Nombre: "Señor Jesucristo, Hijo de
Dios, ten piedad de nosotros, pecadores".
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2670)
"Nadie puede decir: '¡Jesús es Señor!' sino por influjo del Espíritu
Santo" (1Co 12, 3). Cada vez que en la oración nos dirigimos a Jesús, es
el Espíritu Santo quien, con su gracia preveniente, nos atrae al camino de la
oración. Puesto que Él nos enseña a orar
recordándonos a Cristo, ¿cómo no dirigirnos también a él orando? Por eso, la
Iglesia nos invita a implorar todos los días al Espíritu Santo, especialmente
al comenzar y al terminar cualquier acción importante. “Si el Espíritu no debe
ser adorado, ¿cómo me diviniza él por el bautismo? Y si debe ser adorado, ¿no
debe ser objeto de un culto particular?” (San Gregorio Nacianceno, Oratio 31 (teológica 5), 28: PG 36,
165).
Para la reflexión
(C.I.C 2671) La
forma tradicional para pedir el Espíritu es invocar al Padre por medio de
Cristo nuestro Señor para que nos dé el Espíritu Consolador (cf. Lc 11, 13).
Jesús insiste en esta petición en su Nombre en el momento mismo en que promete
el don del Espíritu de Verdad (cf. Jn 14, 17; 15, 26; 16, 13). Pero la oración
más sencilla y la más directa es también la más tradicional: "Ven,
Espíritu Santo", y cada tradición litúrgica la ha desarrollado en
antífonas e himnos: “Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y
enciende en ellos el fuego de tu amor” (Solemnidad
de Pentecostés, Antífona del Magnificat in I Vísperas Liturgia de las Horas). “Rey celeste, Espíritu Consolador, Espíritu
de Verdad, que estás presente en todas partes y lo llenas todo, tesoro de todo
bien y fuente de la vida, ven, habita en nosotros, purifícanos y sálvanos. Tú
que eres bueno” (Oficio bizantino de las
Horas, Oficio Vespertino del día de Pentecostés, capítulo 4:
“Pentekostárion”).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario