jueves, 19 de noviembre de 2015
554. ¿En qué consiste la intercesión?
(Compendio
554) La intercesión consiste en pedir en favor de otro. Esta oración nos une y
conforma con la oración de Jesús, que intercede ante el Padre por todos los
hombres, en particular por los pecadores. La intercesión debe extenderse
también a los enemigos.
Resumen
(C.I.C 2647) La
oración de intercesión consiste en una petición en favor de otro. No conoce
fronteras y se extiende hasta los enemigos.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2634) La
intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la
oración de Jesús. Él es el único intercesor
ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular
(cf. Rm 8, 34; 1Jn 2, 1; 1Tm 2. 5-8). Es capaz de "salvar perfectamente a
los que por Él se llegan a Dios, ya que está
siempre vivo para interceder en su favor" (Hb 7, 25). El propio Espíritu
Santo "intercede por nosotros […] y su intercesión a favor de los santos
es según Dios" (Rm 8, 26-27). (C.I.C 2635) Interceder, pedir en favor de
otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de
Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de
Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que
ora busca "no su propio interés sino […] el de los demás" (Flp 2, 4),
hasta rogar por los que le hacen mal (Cf. San Esteban orando por sus verdugos,
como Jesús: Hch 7, 60; Lc 23, 28. 34).
Para la reflexión
(C.I.C 2636) Las
primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de
participación (cf. Hch 12, 5; 20, 36; 21, 5; 2Co 9, 14). El Apóstol Pablo les
hace participar así en su ministerio del Evangelio (cf. Ef 6, 18-20; Col 4,
3-4; 1Ts 5, 25); él intercede también por las comunidades (cf. 2Ts 1, 11; Col
1, 3; Flp 1, 3-4). La intercesión de los cristianos no conoce fronteras:
"por todos los hombres, por […] todos los constituídos en autoridad"
(1Tm 2, 1), por los perseguidores (cf. Rm 12, 14), por la salvación de los que
rechazan el Evangelio (cf. Rm 10, 1).
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