lunes, 2 de noviembre de 2015
542. ¿Cuándo oraba Jesús? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 542
- repetición) El Evangelio muestra frecuentemente a Jesús en
oración. Lo vemos retirarse en soledad, con preferencia durante la noche; ora
antes de los momentos decisivos de su misión o de la misión de sus apóstoles.
De hecho toda la vida de Jesús es oración, pues está en constante comunión de
amor con el Padre.
Resumen
(C.I.C 2620) En
el Nuevo Testamento el modelo perfecto de oración se encuentra en la oración
filial de Jesús. Hecha con frecuencia en la soledad, en lo secreto, la oración
de Jesús entraña una adhesión amorosa a la voluntad del Padre hasta la cruz y
una absoluta confianza en ser escuchada.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2602)
Jesús se retira con frecuencia a un lugar apartado, en la soledad, en la montaña, con preferencia durante la noche, para orar
(cf. Mc 1, 35; 6, 46; Lc 5, 16). Lleva a
los hombres en su oración, ya que también asume la humanidad en su
Encarnación, y los ofrece al Padre, ofreciéndose a sí mismo. El, el Verbo que
ha "asumido la carne", comparte en su oración humana todo lo que
viven "sus hermanos" (Hb 2, 12); comparte sus debilidades para
librarlos de ellas (cf. Hb 2, 15; 4, 15). Para eso le ha enviado el Padre. Sus
palabras y sus obras aparecen entonces como la manifestación visible de su
oración "en lo secreto".
Para la reflexión
(C.I.C 2603) Los
evangelistas han conservado dos oraciones más explícitas de Cristo durante su
ministerio. Cada una de ellas comienza precisamente con la acción de gracias.
En la primera (cf. Mt 11, 25-27 y Lc 10, 21-23), Jesús confiesa al Padre, le da
gracias y lo bendice porque ha escondido los misterios del Reino a los que se
creen doctos y los ha revelado a los "pequeños" (los pobres de las
Bienaventuranzas). Su conmovedor "¡Sí, Padre!" expresa el fondo de su
corazón, su adhesión al querer del Padre, de la que fue un eco del
"Fiat" de Su Madre en el momento de su concepción y que preludia lo
que dirá al Padre en su agonía. Toda la oración de Jesús está en esta adhesión
amorosa de su corazón de hombre al "misterio de la voluntad" del
Padre (Ef 1, 9). (Continua)
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