jueves, 26 de noviembre de 2015
558. ¿Cuáles son las fuentes de la oración cristiana? (Tercera parte - continuación)
(Compendio 558
- repetición) Las fuentes de la oración cristiana son: la
Palabra de Dios, que nos transmite «la ciencia suprema de Cristo» (Flp 3, 8);
la Liturgia de la Iglesia, que anuncia, actualiza y comunica el misterio de la
salvación; las virtudes teologales; las situaciones cotidianas, porque en ellas
podemos encontrar a Dios. «Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es
amarte eternamente. Dios mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos
que te amo, quiero que mi corazón te lo repita cada vez que respiro» (San
Juan María Vianney).
Resumen
(C.I.C 2662) La
Palabra de Dios, la liturgia de la Iglesia y las virtudes de la fe, la
esperanza y la caridad son fuentes de la oración.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2657) El
Espíritu Santo nos enseña a celebrar la liturgia esperando el retorno de
Cristo, nos educa para orar en la esperanza.
Inversamente, la oración de la Iglesia y la oración personal alimentan en
nosotros la esperanza. Los salmos muy particularmente, con su lenguaje concreto
y variado, nos enseñan a fijar nuestra esperanza en Dios: "En el Señor
puse toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor" (Sal
40, 2). "El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra
fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo" (Rm 15,
13).
Para la reflexión
(C.I.C 2658)
"La esperanza no falla, porque el amor
de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos
ha sido dado" (Rm 5, 5). La oración, formada en la vida litúrgica, saca
todo del amor con el que somos amados en Cristo y que nos permite responder
amando como Él nos ha amado. El amor es la
fuente de la oración: quien saca el agua de ella, alcanza la cumbre de la
oración: “Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro
de mi vida. Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a
vivir sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte
eternamente. [...] Dios mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos
que te amo, quiero que mi corazón te lo repita cada vez que respiro (San Juan
María Vianney, Oratio, Le Curé d’Ars. Sa
pensée-son coeur). (Continua)
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