domingo, 21 de junio de 2015
460. ¿Cuáles son los deberes de los padres hacia los hijos? (Primera parte)
(Compendio 460 - repetición) Los
padres, partícipes de la paternidad divina, son los primeros responsables de la
educación de sus hijos y los primeros anunciadores de la fe. Tienen el deber de
amar y de respetar a sus hijos como personas y como hijos de Dios, y proveer,
en cuanto sea posible, a sus necesidades materiales y espirituales, eligiendo
para ellos una escuela adecuada, y ayudándoles con prudentes consejos en la
elección de la profesión y del estado de vida. En especial, tienen la misión de
educarlos en la fe cristiana.
Resumen
(C.I.C 2252) Los padres son los primeros responsables de la
educación de sus hijos en la fe, en la oración y en todas las virtudes. Tienen
el deber de atender, en la medida de lo posible, las necesidades materiales y
espirituales de sus hijos. (C.I.C 2253) Los padres deben respetar y favorecer
la vocación de sus hijos. Han de recordar y enseñar que la vocación primera del
cristiano es la de seguir a Jesús.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2221) La fecundidad del amor conyugal no se reduce a
la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su
educación moral y a su formación espiritual. El papel de los padres en la educación ‘tiene tanto peso que,
cuando falta, difícilmente puede suplirse’ (Gravissimum educationis,
3). El derecho y el deber de la educación son para los padres primordiales e
inalienables (Cf. Familiaris consortio, 36). (C.I.C 2222) Los padres deben mirar a sus
hijos como a hijos de Dios y
respetarlos como a personas humanas.
Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose
ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre de los cielos.
Para la reflexión
(C.I.C 2223) Los padres son los primeros responsables de la
educación de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar, donde la ternura,
el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. El
hogar es un lugar apropiado para la educación
de las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegación, de un sano
juicio, del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera. Los padres
han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones ‘materiales e
instintivas a las interiores y espirituales’ (Centesimus annus, 36). Es una
grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo
reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen más aptos para guiarlos
y corregirlos: "El que ama a su hijo, le corrige sin cesar [...] el que
enseña a su hijo, sacará provecho de él” (Si 30, 1-2). “Padres, no exasperéis a
vuestros hijos, sino formadlos más bien amediante la instrucción y la
corrección según el Señor” (Ef 6, 4). (Continua)
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