lunes, 8 de junio de 2015
453. ¿Cómo se santifica el domingo? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 453 - repetición) Los
cristianos santifican el domingo y las demás fiestas de precepto participando
en la Eucaristía del Señor y absteniéndose de las actividades que les impidan
rendir culto a Dios, o perturben la alegría propia del día del Señor o el
descanso necesario del alma y del cuerpo. Se permiten las actividades
relacionadas con las necesidades familiares o los servicios de gran utilidad
social, siempre que no introduzcan hábitos perjudiciales a la santificación del
domingo, a la vida de familia y a la salud.
Resumen
(C.I.C 2193) ‘El domingo y las demás fiestas de precepto [...]
los fieles se abstendrán de aquellos trabajos y actividades que impidan dar
culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor o disfrutar del
debido descanso de la mente y del cuerpo‘ (CIC canon 1247).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2180) El mandamiento de la Iglesia determina y
precisa la ley del Señor: ‘El domingo y las demás fiestas de precepto los
fieles tienen obligación de participar en la misa’ (CIC canon 1247). ‘Cumple el
precepto de participar en la misa quien asiste a ella, dondequiera que se
celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por
la tarde’ (CIC canon 1248, 1). (C.I.C 2181) La Eucaristía del domingo
fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están
obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que
estén excusados por una razón seria [por ejemplo, enfermedad, el cuidado de
niños pequeños] o dispensados por su pastor propio (Cf. CIC canon 1245). Los
que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave.
Para la reflexión
(C.I.C 2182) La participación en la celebración común de la
Eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y
a su Iglesia. Los fieles proclaman así su comunión en la fe y la caridad.
Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvación. Se
reconfortan mutuamente, guiados por el Espíritu Santo. (Continua)
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