jueves, 12 de marzo de 2015
395. ¿Cuándo se comete un pecado mortal?
(Compendio 395) Se comete un pecado mortal cuando se dan,
al mismo tiempo, materia grave, plena advertencia y deliberado consentimiento.
Este pecado destruye en nosotros la caridad, nos priva de la gracia
santificante y, a menos que nos arrepintamos, nos conduce a la muerte eterna
del infierno. Se perdona, por vía ordinaria, mediante los sacramentos del
Bautismo y de la Penitencia o Reconciliación.
Resumen
(C.I.C 1874) Elegir deliberadamente, es decir, sabiéndolo y
queriéndolo, una cosa gravemente contraria a la ley divina y al fin último del
hombre, es cometer un pecado mortal. Este destruye en nosotros la caridad sin
la cual la bienaventuranza eterna es imposible. Sin arrepentimiento, tal pecado
conduce a la muerte eterna.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1857)
Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones:
‘Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es
cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento’ (Reconciliatio et paenitentia, 17). (C.I.C 1859) El
pecado mortal requiere plena conciencia y
entero consentimiento. Presupone el conocimiento del carácter pecaminoso
del acto, de su oposición a la Ley de Dios. Implica también un consentimiento
suficientemente deliberado para ser una elección personal. La ignorancia
afectada y el endurecimiento del corazón (Cf. Mc 3, 5-6; Lc 16, 19-31) no
disminuyen, sino aumentan, el carácter voluntario del pecado.
Para la reflexión
(C.I.C 1860) La ignorancia
involuntaria puede disminuir, y aún
excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora
los principios de la ley moral que están inscritos en la conciencia de todo
hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir
el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones
exteriores o los trastornos patológicos. El pecado más grave es el que se
comete por malicia, por elección deliberada del mal. (C.I.C 1861) El pecado mortal es una posibilidad radical de la
libertad humana como lo es también el amor. Entraña la pérdida de la caridad y
la privación de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no
es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del
Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad
tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno. Sin embargo, aunque
podamos juzgar que un acto es en sí una falta grave, el juicio sobre las
personas debemos confiarlo a la justicia y a la misericordia de Dios.
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