miércoles, 18 de diciembre de 2013
51. ¿Por qué es importante afirmar que «en el principio Dios creó el cielo y la tierra» (Gn 1, 1)? (Primera parte)
(Compendio 51) Es importante afirmar que en el principio Dios
creó el cielo y la tierra porque la creación es el fundamento de todos los
designios salvíficos de Dios; manifiesta su amor omnipotente y lleno de
sabiduría; es el primer paso hacia la Alianza del Dios único con su pueblo; es
el comienzo de la historia de la salvación, que culmina en Cristo; es la primera
respuesta a los interrogantes fundamentales sobre nuestro origen y nuestro fin.
Resumen
(C.I.C 315) En la creación del mundo y del hombre, Dios
ofreció el primero y universal testimonio de su amor todopoderoso y de su
sabiduría, el primer anuncio de su "designio benevolente" que
encuentra su fin en la nueva creación en Cristo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 279) "En el principio,
Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1). Con estas palabras solemnes
comienza la Sagrada Escritura. El Símbolo de la fe las recoge confesando a Dios
Padre Todopoderoso como "el Creador del cielo y de la tierra" (Símbolo Apostólico: DS 30), "de
todo lo visible y lo invisible". (Símbolo
Niceno- Constantinopolitano:
Ds 150). Hablaremos, pues, primero del Creador, luego
de su creación, finalmente de la caída del pecado de la que Jesucristo, el Hijo
de Dios, vino a levantarnos. (C.I.C 280) La
creación es el fundamento de "todos los designios salvíficos de
Dios", "el comienzo de la historia de la salvación" (Directorio General de pastoral catequética,
51), que culmina en Cristo. Inversamente, el Misterio de Cristo es la luz
decisiva sobre el Misterio de la creación; revela el fin en vista del cual,
"al principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): desde el
principio Dios preveía la gloria de la nueva creación en Cristo (cf. Rom
8,18-23).
Para la reflexión
(C.I.C 285) Desde sus comienzos,
la fe cristiana se ha visto confrontada a respuestas distintas de las suyas
sobre la cuestión de los orígenes. Así, en las religiones y culturas antiguas
encontramos numerosos mitos referentes a los orígenes. Algunos filósofos han
dicho que todo es Dios, que el mundo es Dios, o que el devenir del mundo es el
devenir de Dios (panteísmo); otros han dicho que el mundo es una emanación necesaria
de Dios, que brota de esta fuente y retorna a ella; otros han afirmado incluso
la existencia de dos principios eternos, el Bien y el Mal, la Luz y las
Tinieblas, en lucha permanente (dualismo, maniqueísmo); según algunas de estas
concepciones, el mundo (al menos el mundo material) sería malo, producto de una
caída, y por tanto que se ha de rechazar y superar (gnosis); otros admiten que
el mundo ha sido hecho por Dios, pero a la manera de un relojero que, una vez
hecho, lo habría abandonado a él mismo (deísmo); otros, finalmente, no aceptan
ningún origen transcendente del mundo, sino que ven en él el puro juego de una
materia que ha existido siempre (materialismo). Todas estas tentativas dan
testimonio de la permanencia y de la universalidad de la cuestión de los
orígenes. Esta búsqueda es inherente al hombre. (Continua)
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