martes, 3 de diciembre de 2013
40. ¿Por qué es importante la revelación del nombre de Dios?
(Compendio 40) Al revelar su Nombre, Dios da a conocer
las riquezas contenidas en su misterio inefable: sólo Él es, desde siempre y
por siempre, el que transciende el mundo y la historia. Él es quien ha hecho
cielo y tierra. Él es el Dios fiel, siempre cercano a su pueblo para salvarlo.
Él es el Santo por excelencia, «rico en misericordia» (Ef 2, 4), siempre
dispuesto al perdón. Dios es el Ser espiritual, trascendente, omnipotente,
eterno, personal y perfecto. Él es la verdad y el amor. «Dios es el ser infinitamente perfecto que
es la Santísima Trinidad» (Santo Toribio de Mogrovejo)
Resumen
(C.I.C 228) "Escucha, Israel,
el Señor nuestro Dios es el Unico Señor..." (Dt 6, 4; Mc 12, 29). "Es
absolutamente necesario que el Ser supremo sea único, es decir, sin igual [...]
Si Dios no es único, no es Dios" (Tertuliano, Adversus Marcionem 1, 3, 5:
PL 2, 274).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 206) Al revelar su nombre
misterioso de YHWH, "Yo soy el que es" o "Yo soy el que
soy" o también "Yo soy el que Yo soy", Dios dice quién es y con
qué nombre se le debe llamar. Este Nombre Divino es misterioso como Dios es
Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como el rechazo de un nombre
proprio, y por esto mismo expresa mejor a Dios como lo que Él es, infinitamente
por encima de todo lo que podemos comprender o decir: es el "Dios
escondido" (Is 45,15), su nombre es inefable (cf. Jc 13,18), y es el Dios
que se acerca a los hombres. (C.I.C 209) Por
respeto a su santidad el pueblo de Israel no pronuncia el Nombre de Dios. En la
lectura de la Sagrada Escritura, el Nombre revelado es sustituido por el título
divino "Señor" (Adonai, en
griego Kyrios). Con este título será
aclamada la divinidad de Jesús: "Jesús es Señor". (C.I.C 210) Tras el pecado de Israel, que se apartó de Dios para
adorar al becerro de oro (cf. Ex 32), Dios escucha la intercesión de Moisés y
acepta marchar en medio de un pueblo infiel, manifestando así su amor (cf. Ex
33,12-17). A Moisés, que pide ver su gloria, Dios le responde: "Yo haré
pasar ante tu vista toda mi bondad (belleza) y pronunciaré delante de ti el
nombre de YHWH" (Ex 33,18-19). Y el Señor pasa delante de Moisés, y
proclama: "YHWH, YHWH, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y
rico en amor y fidelidad" (Ex 34,5-6). Moisés confiesa entonces que el
Señor es un Dios que perdona (cf. Ex 34,9). (C.I.C 211) El Nombre Divino "Yo soy" o "Él
es" expresa la fidelidad de Dios que, a pesar de la infidelidad del pecado
de los hombres y del castigo que merece, "mantiene su amor por mil
generaciones" (Ex 34,7). Dios revela que es "rico en
misericordia" (Ef 2,4) llegando hasta dar su propio Hijo. Jesús, dando su
vida para librarnos del pecado, revelará que Él mismo lleva el Nombre divino:
"Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo
soy" (Jn 8,28).
Para la reflexión
(C.I.C 207) Al revelar su Nombre,
Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que es de siempre y para siempre,
valedera para el pasado ("Yo soy el Dios de tus padres", Ex 3,6) como
para el porvenir ("Yo estaré contigo", Ex 3,12). Dios que revela su
nombre como "Yo soy" se revela como el Dios que está siempre allí,
presente junto a su pueblo para salvarlo. (C.I.C 208) Ante la presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre
descubre su pequeñez. Ante la zarza ardiente, Moisés se quita las sandalias y
se cubre el rostro (cf. Ex 3,5-6) delante de la santidad divina. Ante la gloria
del Dios tres veces santo, Isaías exclama: "¡Ay de mí, que estoy perdido,
pues soy un hombre de labios impuros!" (Is 6,5). Ante los signos divinos
que Jesús realiza, Pedro exclama: "Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre
pecador" (Lc 5,8). Pero porque Dios es santo, puede perdonar al hombre que
se descubre pecador delante de El: "No ejecutaré el ardor de mi cólera [...]
porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo el Santo" (Os 11,9). El
apóstol Juan dirá igualmente: "Tranquilizaremos nuestra conciencia ante
él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que
nuestra conciencia y conoce todo" (1Jn 3,19-20).
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