martes, 17 de diciembre de 2013
50. ¿Qué significa que Dios es Todopoderoso? (segunda parte)
(Compendio 50 repetición) Dios se ha revelado como «el
Fuerte, el Valeroso» (Sal 24, 8), aquel para quien «nada es imposible» (Lc 1,
37). Su omnipotencia es universal, misteriosa y se manifiesta en la creación
del mundo de la nada y del hombre por amor, pero sobre todo en la Encarnación y
en la Resurrección de su Hijo, en el don de la adopción filial y en el perdón
de los pecados. Por esto la Iglesia en su oración se dirige a «Dios
todopoderoso y eterno» («Omnipotens sempiterne Deus...»).
(C.I.C 277) Dios manifiesta su omnipotencia
convirtiéndonos de nuestros pecados y restableciéndonos en su amistad por la
gracia ("Deus, qui omnipotentiam
tuam parcendo maxime et miserando manifestas..." -"Oh Dios, que
manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia...") (Domingo XXVI del tiempo Ordinario. Colecta:
Misal Romano). (C.I.C 278) De no ser por nuestra fe en que el amor de Dios es
todopoderoso, ¿cómo creer que el Padre nos ha podido crear, el Hijo rescatar,
el Espíritu Santo santificar?
(C.I.C 270) Dios es el Padre todopoderoso. Su paternidad y su
poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su omnipotencia paternal
por la manera como cuida de nuestras necesidades (cf. Mt 6,32); por la adopción
filial que nos da ("Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí
hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso", 2Co 6,18); finalmente, por su
misericordia infinita, pues muestra su poder en el más alto grado perdonando
libremente los pecados. (C.I.C 271) La omnipotencia
divina no es en modo alguno arbitraria: "En Dios el poder y la esencia, la
voluntad y la inteligencia, la sabiduría y la justicia son una sola cosa, de
suerte que nada puede haber en el poder divino que no pueda estar en la justa
voluntad de Dios o en su sabia inteligencia" (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1, 25, 5, 1).
Para la reflexión
(C.I.C 273) Sólo la fe puede
adherir a las vías misteriosas de la omnipotencia de Dios. Esta fe se gloría de
sus debilidades con el fin de atraer sobre sí el poder de Cristo (cf. 2Co 12,9;
Flp 4,13). De esta fe, la Virgen María es el modelo supremo: ella creyó que
"nada es imposible para Dios" (Lc 1,37) y pudo proclamar las
grandezas del Señor: "el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre
es Santo" (Lc1,49). (C.I.C 274)
"Nada es, pues, más propio para afianzar nuestra Fe y nuestra Esperanza
que la convicción profundamente arraigada en nuestras almas de que nada es
imposible para Dios. Porque todo lo que (el Credo) propondrá luego a nuestra fe,
las cosas más grandes, las más incomprensibles, así como las más elevadas por
encima de las leyes ordinarias de la naturaleza, en la medida en que nuestra
razón tenga la idea de la omnipotencia divina, las admitirá fácilmente y sin
vacilación alguna" (Catecismo Romano.
1, 2, 13). [Fin]
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