lunes, 4 de agosto de 2008

Lc 8, 51-56 Niña levántate. Ella se levantó en el acto


(Lc 8, 51-56) Niña levántate. Ella se levantó en el acto

[51] Cuando llegó a la casa no permitió que nadie entrara con él, sino Pedro, Juan y Santiago, junto con el padre y la madre de la niña. [52] Todos lloraban y se lamentaban. «No lloren, dijo Jesús, no está muerta, sino que duerme». [53] Y se burlaban de él, porque sabían que la niña estaba muerta. [54] Pero Jesús la tomó de la mano y la llamó, diciendo: «Niña, levántate». [55] Ella recuperó el aliento y se levantó en el acto. Después Jesús ordenó que le dieran de comer. [56] Sus padres se quedaron asombrados, pero él les prohibió contar lo que había sucedido.
(C.I.C 366) La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (Pío XII, Humani generis, (año 1950): DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) - no es "producida" por los padres -, y que es inmortal (cf. V Concilio de Letrán, (año 1513): DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final. (C.I.C 655) Por último, la Resurrección de Cristo - y el propio Cristo resucitado - es principio y fuente de nuestra resurrección futura: "Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron [...] del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo" (1Co 15, 20-22). En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el corazón de sus fieles. En El los cristianos "saborean […] los prodigios del mundo futuro" (Hb 6,5) y su vida es arrastrada por Cristo al seno de la vida divina (cf. Col 3, 1-3) para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquél que murió y resucitó por ellos" (2Co 5, 15).

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