domingo, 17 de agosto de 2008

Lc 11, 1c Como Juan enseñó a sus discípulos

(Lc 11, 1c) Como Juan enseñó a sus discípulos
[1c] Así como Juan enseñó a sus discípulos.
(C.I.C 2773) En respuesta a la petición de sus discípulos ("Señor, enséñanos a orar": Lc 11, 1), Jesús les entrega la oración cristiana fundamental, el "Padre Nuestro". (C.I.C 2774) "La oración dominical es, en verdad, el resumen de todo el Evangelio" (Tertuliano, De oratione, 1, 6: PL 1, 1255), "la más perfecta de las oraciones" (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, 83, 9). Es el corazón de las Sagradas Escrituras. (C.I.C 2775) Se llama "Oración dominical" porque nos viene del Señor Jesús, Maestro y modelo de nuestra oración. (C.I.C 2776) La Oración dominical es la oración por excelencia de la Iglesia. Forma parte integrante de las principales Horas del Oficio divino y de la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Inserta en la Eucaristía, manifiesta el carácter "escatológico" de sus peticiones, en la esperanza del Señor, "hasta que venga" (1Co 11, 26). (C.I.C 2762) Después de haber expuesto cómo los salmos son el alimento principal de la oración cristiana y confluyen en las peticiones del Padre Nuestro, San Agustín concluye: “Recorred todas las oraciones que hay en las Escrituras, y no creo que podáis encontrar algo que no esté incluido en la oración dominical” (San Agustín, Epistula, 130, 12, 22: PL 33, 502). (C.I.C 2768) Según la Tradición apostólica, la Oración del Señor está arraigada esencialmente en la oración litúrgica. “El Señor nos enseña a orar en común por todos nuestros hermanos. Porque Él no dice "Padre mío" que estás en el cielo, sino "Padre nuestro", a fin de que nuestra oración sea de una sola alma para todo el Cuerpo de la Iglesia” (San Juan Crisóstomo, In Matthaeum, homilia 19, 4: PG 57, 278). En todas las tradiciones litúrgicas, la Oración del Señor es parte integrante de las principales Horas del Oficio divino. Este carácter eclesial aparece con evidencia sobre todo en los tres sacramentos de la iniciación cristiana.

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